jueves, 12 de febrero de 2015

A mis destinatarios anónimos...


Aquí estamos… sí, la noche y yo, dándole oportunidad a las letras para que estallen, y así, después de mucho tiempo, tener un encuentro conmigo misma, ese encuentro que solo la escritura puede darme.
Esa falta de fluidez al escribir, duró justo hasta el momento que la bruma llegó, porque para escribir, necesitas mucha felicidad o mucha tristeza, irónico que de esos momentos surjan letras apasionadas.

Me dieron las tres de la mañana entre oscuridad y un poco de Joaquín Sabina de fondo, y en ese momento, me dije: vamos, es hora, toca dejar salir todo lo que llevas por dentro. Y en ese momento, recordé, que nada mejor que venir aquí y lanzar en este inmenso mundo algunas letras, dirigidas a destinatarios anónimos.